Discurso de Juramentación

Distinguidas autoridades, estimados colegas, respetados maestros, queridos amigos que están aquí presentes y a quienes nos siguen por las redes sociales, representantes de la industria biomédica y farmacéutica, y muy especialmente, mi amada familia:

Decía el poeta Jean Baptiste Massieu que "la gratitud es la memoria del corazón". Esta noche, mi corazón está lleno de recuerdos, de esfuerzo compartido, de sueños persistentes, pero sobre todo de una inmensa gratitud. Agradezco profundamente a Dios, quien ha guiado mis pasos con sabiduría y compasión, y me permite asumir, por segunda vez, la presidencia de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, SOPEMI. Esta reelección no la vivo como un logro individual, sino como una reafirmación colectiva de que juntos, como comunidad médica, queremos seguir avanzando. Vivo esta reelección como un acto de agradecimiento al éxito académico y económico que tuvimos en nuestra anterior gestión. Traslado dicho agradecimiento a todo el excelente equipo que me acompañó en la gestión 2021-2022 al frente del Consejo Directivo de SOPEMI.

Gracias a los colegas que me impulsaron a postular nuevamente, a quienes confiaron en este liderazgo renovado, y que hoy me acompañan en este Consejo Directivo. Son mujeres y hombres comprometidos con la excelencia, la ética y la vocación por nuestros pacientes críticos. Permítanme honrar y agradecer a cada uno de ellos:

Gracias por su entrega, su visión y por creer que juntos podemos construir una SOPEMI más sólida, inclusiva y científica.

Mi más sincero agradecimiento también a todos los colegas intensivistas del Perú: quienes nos apoyaron con su voto y también a quienes no lo hicieron. Esta institución es y será siempre de todos, y hoy más que nunca necesitamos estar unidos. A nuestro estimado colega y amigo Jorge Watanabe, quien lideró la lista alternativa, mi reconocimiento y respeto por su dedicación y compromiso; él pudo estar juramentando hoy por lo ajustado de los resultados. Lo invito, junto a su equipo, a sumar esfuerzos en una sola fuerza que nos una por el bienestar de nuestra especialidad, nuestros pacientes y nuestra patria.

Mi homenaje eterno a los maestros de la Medicina Intensiva del Perú, pilares sobre los que hemos construido nuestro camino. De ellos hemos aprendido que la ciencia se honra no solo con conocimiento, sino con valores y ejemplo.

Con especial emoción, quiero agradecer a mis colegas y maestros de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins, mi casa de formación. Ustedes han sido, y siguen siendo, una verdadera escuela viviente, donde se aprende cada día, no solo a través del conocimiento, sino también del trabajo compartido, de la discusión respetuosa y del compromiso inquebrantable con nuestros pacientes.

Mi familia ha sido mi refugio, mi aliento y mi motor. Agradezco a mis padres quienes me forjaron junto a mis hermanos, médicos también, para el estudio y el trabajo, con pasión, dedicación y vocación; pero sobre todo con el sentido humano y humanitario de la medicina. Gracias amados padres y hermanos por acompañarme en este momento trascendente.

Hoy, mi corazón también se llena de emoción al pensar en mis dos grandes motivos de vida: mis hijos Cinthya y Carlitos; ahora también mi nietecita Lunita Belén. Aunque físicamente se encuentren en Canadá, cada uno de mis logros, cada una de mis decisiones y cada esfuerzo está impregnado de su presencia. Ustedes han sido, son y serán siempre la razón más profunda de mi perseverancia.

Mi agradecimiento especial va también a todas las personas del Perú y de países hermanos con quienes he compartido parte de mi vida, he compartido conocimientos, experiencias, aprendizajes, puntos de vista, consejos, que han contribuido a mi crecimiento personal y profesional.

También quiero extender un agradecimiento especial a las empresas farmacéuticas y biotecnológicas que han apostado por una colaboración estratégica con SOPEMI, facilitando la capacitación continua y especializada de nuestros médicos intensivistas. Gracias por creer que invertir en educación médica es apostar por el bienestar del paciente crítico peruano. Gracias por haber confiado y apostado por nosotros en nuestra anterior gestión. Seguiremos trabajando estrechamente con ustedes.

Colegas, aún está fresca en nuestra memoria la pandemia del COVID-19, aquella etapa en la que nuestra especialidad se volvió el epicentro de la esperanza, la resistencia y la ciencia. Fuimos protagonistas en los momentos más duros, sosteniendo no solo ventiladores y tratamientos complejos, sino también emociones, decisiones éticas y la humanidad entera de nuestros hospitales. Me tocó ser presidente en dichas circunstancias, haciendo gestión en y para SOPEMI desde la virtualidad durante un año compartiendo mi tiempo con mi trabajo presencial en el hospital con los pacientes COVID-19 críticos.

Somos conscientes de la situación crítica que viven nuestras UCIs: sobrecarga laboral, falta de personal especializado, escasez de recursos, falta de reconocimiento y precariedad institucional. Hemos mejorado; pero, colegas queda mucho por hacer. Por ello, nuestro plan de trabajo 2025-2026 se ha construido con un enfoque claro: transformar esta realidad a través de cinco ejes:

Nada de esto tendría sentido sin resaltar lo que, para mí, y para nosotros, es irrenunciable: la humanización de la atención en cuidados intensivos. Porque el intensivista no trata órganos, trata personas; somos personas tratando personas. Y esa atención centrada en la persona, debe abrazar no sólo al paciente y su familia sino también al equipo multiprofesional encabezado por los médicos intensivistas que día a día dejan la vida: enfermería, fisioterapia, nutrición, psicología, farmacia clínica, técnicos, administrativos. Todos somos parte de este acto médico colectivo, y todos merecemos bienestar, respeto y condiciones dignas.

Como dijo William Osler: "La medicina es una ciencia de la incertidumbre y un arte de la probabilidad". Nosotros, los intensivistas, convivimos con esa incertidumbre todos los días. Y aun así, decidimos, lideramos, cuidamos y acompañamos con firmeza, precisión y calidez.

Aristóteles dijo que "la excelencia no es un acto, sino un hábito". Hagamos de la excelencia, del raciocinio científico, de la empatía humana y de la responsabilidad económica, nuestros hábitos cotidianos en esta nueva etapa de SOPEMI.

Gracias infinitas por permitirme continuar este camino. Que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, bendiga a cada uno de ustedes y bendiga esta misión colectiva que hemos asumido.

¡Que vivan los Intensivistas! ¡Que viva SOPEMI! ¡Que viva la Orden Médica! ¡Que viva el Perú!

Muchas gracias.