El Código de Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú (CMP) es el faro que guía la conducta del profesional, estableciendo principios axiológicos como la justicia (distribución equitativa de recursos, acceso sin discriminación), la no maleficencia (primum non nocere – primero no hacer daño, lo que incluye evitar la futilidad terapéutica), la beneficencia (actuar siempre en el mejor interés del paciente), la autonomía (respetar las decisiones del paciente competente o de sus subrogantes), la dignidad de la persona humana (trato respetuoso y compasivo en toda circunstancia), el respeto a los derechos humanos, la solidaridad, la empatía y la compasión.

En la UCI, estos principios se entrelazan y, a veces, entran en tensión, generando dilemas éticos frecuentes y profundos:

  • Adecuación del Esfuerzo Terapéutico (AET) o Limitación del Tratamiento de Soporte Vital (LTSV): Decisiones sobre iniciar, mantener, no escalar o retirar tratamientos de soporte vital (ventilación mecánica, vasopresores, terapias de reemplazo renal) cuando se consideran fútiles o desproporcionados para alcanzar un beneficio real para el paciente. Aquí, la beneficencia y la no maleficencia guían hacia evitar el encarnizamiento terapéutico, respetando la autonomía del paciente (a través de directivas anticipadas si existen, o decisiones subrogadas) y su dignidad.
  • Manejo del Dolor y Sedación: Asegurar el confort del paciente (beneficencia) mediante un manejo óptimo del dolor y la sedación, balanceando el alivio del sufrimiento con los posibles efectos secundarios y la capacidad de evaluación neurológica.
  • Comunicación en Crisis: Transmitir información compleja y a menudo desalentadora a familias angustiadas, manteniendo la empatía, la honestidad y el respeto, facilitando su participación en la toma de decisiones.
  • Asignación de Recursos Escasos: En situaciones de alta demanda (pandemias, desastres), el principio de justicia distributiva puede requerir la toma de decisiones difíciles sobre el acceso a camas de UCI o ventiladores, basándose en criterios transparentes, objetivos y éticamente defendibles.

El rol de los Comités de Ética Asistencial es fundamental como órgano consultivo para ayudar a los intensivistas y al equipo de salud a analizar y resolver estos dilemas, ofreciendo recomendaciones no vinculantes pero bien fundamentadas. La preservación de la dignidad del paciente en todas las fases de su enfermedad, incluyendo el final de la vida, implica asegurar un ambiente tranquilo, el control de síntomas, el respeto a sus valores culturales y espirituales, y facilitar la presencia y el apoyo de sus seres queridos, siempre que sea posible. El intensivista también debe ser consciente del estrés moral que puede surgir cuando las limitaciones del sistema o conflictos de valores impiden actuar conforme a su juicio ético, buscando apoyo institucional y personal.

Fuente: Código de Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú